Un día que no recuerdo, un día de hace mucho tiempo, de esos días que son así extraños, de los que uno no se imagina que luego más adelante marcaran el futuro, o hechos que modifiquen nuestra vida, que nos dejen huellas, un día que no recuerdo si estaba lloviendo, o por si al contrario, hacía calor, no recuerdo el porqué, ni las razones. Pero si algo estoy seguro es que fue hace más tres años aproximadamente, en el que por Internet te dije HOLA por primera vez, un Hola que precedieron a muchos otros y a otra cantidad que aún no te digo, pero que tengo la certeza, o bueno espero poder decírtelos.
En realidad jamás me imagine en ningún momento que tú así de lejos robarías por lo menos un espacio en mi corazón. Tampoco imagine que a pesar de que ahora no te tengo cerca, y no te poseo, siempre estarás presente intrínsecamente. Los años pasaron, y tú con tu vida, yo con la mía. Entre depresiones y alegrías, te escuche y me escuchaste, de lejos nos abrazamos, de momentos me parecías extraño, con muchas dudas que solventar, con ganas de saber del mundo y sus verdades, de entender que sentías y si estaba bien.
Yo en mi tonta soledad, tratando de encontrar algo para llenar ese espacio vacío. Había días en los que me negaba aceptar mi condición, otras en los que la soledad no es más que un estado cambiante, comprendí que ser feliz no está directamente relacionado a estar con alguien... Al final pequé y no fui a por ti, me decidí por una chama que a la final no resultó ser lo que era.
Y sin querer, apareciste nuevamente, esos kilómetros que nos separan todos los días de nuestras vidas, ese viernes 20/08 marcaban 0, viniste, llegaste, y mi corazón se puso pequeñito (soy demasiado mariquito para estas cosas), en ese anden me esperabas mirando a los lados, un poco nervioso supongo, pensado que hacer, que decir, que pensar... A decir verdad, yo jamás lo imagine.
Fueron 24 horas de las cuáles no quiero olvidar ningún segundo, continuará...
Omega
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